La mordaza simplemente erauna letra atragantada,
como un tumor de angustia,
acantonado entre mis tripas,
y era mi pan,
y era mi agua.
Recién salido del quirófano,
después de una larga cirugía,
cerca de mí,
un pequeño frasco de formol.
dentro, mi letra crujía,
se ahogaba,
con la pequeña nada de ella que habitaba en mi,
con la pequeña nada de mi que habitaba en ella,
mi parte maldita, íntima, elegante.
Yo convaleciente,
sin la vida asegurada,
estiré el brazo cuanto pude y cojí el frasco
y sin pensármelo dos veces,
me lo bebí todo.
Al fin y al cabo,
era mi mordaza.
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