sábado, 9 de mayo de 2009

Dicha

Hoy,
la palabra me escribe lo que quiero decirte,
decirte con cariño y con tristeza repentina,
con calma con el mundo que vuela o se esconde como los pájaros de la mañana,
los que se lleva el viento y trae la tormenta,
los que acarician el abismo por el placer de la caricia.

Hoy (y no mañana porque mañana no se si sí o si no)
la palabra me dice que le gusta el sabor a primavera que acaece en tus labios,
como si fueran un mundo como si fueran un todo,
un todo todo que se ensancha como pecho hondo y valeroso de marino
conquistando el mar de las ensenadas infinitas.

Cuando encuentres en el recóndito espesor de tu corazón de águila
algo en mi de lo que dijiste la otra noche,
sabrás entonces que éste poema no es mío,
sino que es tan tuyo como esas palabras que sueñan ser habladas
y que por ese extraño mal que padecemos los hombres
nunca son dichas.

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