Sonríe,
es para la foto,
metro ochenta labios gruesos,
ojos miel,
contextura delgada,
ella lleva un chicle del bolso a su boca,
el lleva un arma en la bragueta,
destaca el aire jovial de su entrecejo,
nadie cuenta el tiempo que tarda el humo en disolverse,
llevándose sus formas necrófagas y los gases tóxicos,
el sonido de los gritos pasa a formar parte del contexto,
una nada convulsa rabiosa como el aire de la ciudad,
como la noche o el silencio de la señora que espera parada tras la puerta.
Él guarda su cartera donde estaba,
ambos llevan la foto de sus hijos en el mismo lugar,
en algún sitio
entre el corazón y la desesperación.

No hay comentarios:
Publicar un comentario